Roberto se muestra muy ilusionado con trabajar su propia parcela de tierra. Sueña con poder independizarse de su patrón, aunque Tomás no es tan optimista.
Álvaro, en un intento de sabotear la boda entre su padre y la cubana, comunica al padre Damián que Martina no está bautizada. El cura tiene claro que sin los debidos sacramentos la boda no puede tener lugar pero Martina, en reunión familiar, comunica que está dispuesta a pasar por la pila bautismal.
Eugenia, arrebatada por un desplante de Miguel, pena por los rincones de su casa. Martina le aconseja que actúe con contundencia para conseguir el amor del teniente.
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